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miércoles, 23 de junio de 2021

Cine (5): Un acercamiento a la visión de la pareja en el cine actual. Sam Mendes. "American Beauty"

        Sam Mendes: American Beauty (1999).

Pasamos de un análisis demoledor a otro no menos demoledor, aunque algo más cálido (e irónico). 
Sam Mendes dirigió American Beauty (1), como ya hemos señalado antes, en 1999. 
La película comienza con la impactante declaración de su protagonista Lester Burnham (el siempre brillante Kevin Spacey): “Me llamo Lester Burnham. Este es mi barrio. Esta es mi calle. Esta es mi vida. Tengo 42 años. En menos de un año habré muerto. Claro que eso no lo sé aún. Y, en cierto modo, ya estoy muerto”. 
Un inicio que hace recordar al de El crepúsculo de los dioses (2), en donde también el protagonista, Joe Gillis, se presentaba como narrador post-mortem mientras nos iba describiendo un mundo anclado en el pasado y sin ninguna posibilidad de revivir.
A partir de ahí la trama va en un permanente in crescendo que augura un final poco ortodoxo pero que, desde luego, consigue que uno no tenga la sensación de estar viendo un simple film costumbrista sino, más bien, la de estar observando una ácida crítica social que va desmantelando muchos de los tópicos del american way life, probablemente para disgusto de ingenuos o de defensores de idealismos trasnochados.

Para Antonio Castro, acreditado crítico cinematográfico, seguramente sea el personaje de Lester el que experimenta suficiente cambio interior como para acabar purificado, aunque en ese proceso sea el único muerto (toda catarsis necesita una víctima): “Lester, que aparece al comienzo como el más débil, el que ha abdicado de todo y al que sólo le queda masturbarse en la ducha o morirse de ganas de acostarse con Ángela, la rubia adolescente amiga de su hija, acabará siendo el que de alguna manera se redime, comprendiendo también que en Ángela predomina la apariencia y renunciando, por responsabilidad, a la consecución de un sueño largamente acariciado (3).

Casi en el polo opuesto se encuentra el personaje de la mujer de Lester, Carolyn (interpretado genialmente por Anette Bening). Su imagen de lo que significa el éxito es tan imperiosamente determinante que le impide ver cómo su matrimonio y su vida se van al garete. 

Ella asume hasta el tuétano las reglas que la sociedad exige para el triunfo, cueste lo que cueste aplicarlas en su vida e, incluso, cuando es necesario, recurre a cintas de autoayuda (¡cuántos estragos ha hecho la divulgación poco adecuada de la psicología!).
 Curiosamente es ella la que cultiva con mimo las rosas rojas que reciben el nombre de “American Beauty, unas rosas que exigen extremados cuidados artificiales para conseguir que tengan una apariencia perfecta, lo que no deja de ser una hermosa metáfora de lo que es la vida de Carolyn  –en este sentido prototípica de la de muchas y muchos-: 
belleza que sólo es apariencia. 
Imagen de éxito, con todos los aditivos que se quiera, pero que esconde los problemas y procura maquillarlos. Hay, en este sentido, bastante paralelismo entre La tormenta de hielo y este film de Mendes: tanto el hielo como el perfume de la rosa camuflan los malos olores; el primero impidiendo olerlos, el segundo disimulándolos bajo un perfume aparentemente encantador
En ambas películas se nos muestra una sociedad que prefiere más aparentar que sanear.

El resto de los personajes van en consonancia con esta visión crítica o, al menos, descamufladora. Frank Fitts (Chris Cooper) es un coronel del ejército con tensiones reprimidas que proyecta en su hijo Ricky (Wes Bentley), el cual, a pesar de su afán por filmar la belleza (hermosa escena de la bolsa bamboleada por el viento), procura ganarse la vida traficando con marihuana. Ángela Hayes (Mena Suvari) es la mejor amiga de la hija de Lester, Jane (Thora Birch, en un papel de adolescente indolente), y una mujer suficientemente libre como para desear acostarse con el padre de su amiga (si estuviese más cachas), demostrando tener una mayor precocidad sexual que ella.
La decisión de Lester de cambiar de rumbo totalmente su vida produce suficiente conmoción como para desatar reacciones en casi todos los miembros de su círculo, pero aquí la muerte hace, al igual que en la película anteriormente analizada, tomar conciencia
Es el disparo que acaba con la vida del narrador el que propicia nuevas reacciones en Ricky, Ángela, Jane e incluso Carolyn. Las palabras finales de Lester son dignas de ser tenidas en cuenta por el espectador: “Supongo que podría estar bastante cabreado con lo que pasó, pero me cuesta seguir enfadado cuando hay tanta belleza en el mundo. A veces siento como si la contemplase toda a la vez y me abruma. Mi corazón se hincha como un globo que está a punto de estallar…..pero recuerdo que debo relajarme y no aferrarme demasiado a ella, y entonces fluye a través de mi como la lluvia y no siento otra cosa que gratitud por cada instante de mi estúpida e insignificante vida…..”.

El ya mencionado Antonio Castro mostraba, en el mismo artículo citado anteriormente (ver nota 3), su malestar por el hecho de que se reconociesen todos los méritos de la película a Sam Mendes, como si él hubiese sido el autor total de la película. Según este crítico la industria cinematográfica norteamericana es demasiado diferente de la europea como para hablar –salvo contadas excepciones- de cine de autor y, además, Mendes fue llamado por los productores Bruce Cohen y Dan Jinks, cuando estos tenían una idea muy precisa de lo que querían hacer y contaban ya con el genial guion de Alan Ball. 
El director fue quien coordinó la elaboración de un guiso cuyos elementos ya estaban decididos de antemano, pero no parece que eso reste valor a la labor de Mendes que llevó el proyecto a muy buen puerto demostrando arte y habilidad en plasmar la tesis del film: todo indica que uno no se puede fiar de las apariencias y que, en muchas ocasiones, el que parece más sano y triunfador, es, precisamente, el que está más podrido y maleado y que el que va de looser puede ser, posiblemente por no haber caído en las redes que la sociedad impone, quien demuestre mayor grado de lucidez. Y de las redes maléficas del sistema hablará también Mendes, tal y cómo veremos en el próximo post, en Revolutionary road.

Notas:
(2). El crepúsculo de los dioses. El crepúsculo de los dioses (1950) - FilmAffinity
(3). Castro, Antonio. Articulo “A contracorriente”. DIRIGIDO POR nº 286, Enero 2000. P.30

Todas las imágenes y/o vídeos que se muestran  corresponden al autor o autores referenciados.
Su exposición en este blog pretende ser una contribución a la difusión de obras dignas de reconocimiento cultural, social o humano, sin ninguna merma a los derechos que correspondan a sus legítimos propietarios.
En ningún caso hay en este blog interés económico.
Las opiniones expuestas en el post son referencias para la reflexión y no presuponen la postura oficial de Teléfono de la Esperanza

sábado, 19 de junio de 2021

Reconocimiento y condecoración para la voluntaria del Teléfono de la Esperanza, Carmen Martínez Valladares.

 El rey Felipe VI impuso la condecoración de la Orden del Mérito Civil a Carmen Martínez Valladares, voluntaria del Teléfono de la Esperanza en Silleda (Pontevedra), con motivo del VII aniversario de la proclamación del Rey, el viernes, 18 de junio, en el Palacio Real en Madrid.

¡Nuestras felicitaciones mas sinceras a nuestra compañera!

El Rey recuerda que la Constitución es la garantía contra el enfrentamiento (lavanguardia.com)

Foto Casa Real.

jueves, 17 de junio de 2021

¿Cómo acompañar a nuestros mayores?

 *Nola lagundu gure adinekoei dagoeneko desorientatu direnean*

Deitu bere izenarekin, hitz egin astiro-astiro eta poliki-poliki, hitz egin heldua den pertsona batekin, paternalismorik gabe (ez du letra ulertuko, "musika" baizik ...)

viernes, 11 de junio de 2021

Cine (4): Un acercamiento a la vision de la pareja en el cine actual. "La tormenta de hielo", Ang Lee.

-La tormenta de hielo.

Con este film (1) Ang Lee se sumergió de lleno en “territorio americano”, lo que no deja de ser curioso porque hubiese parecido más lógico –al menos teóricamente- que fuese un realizador estadounidense el que llevase a cabo semejante análisis de la familia norteamericana pero, como se ha señalado en posts anteriores, su distanciamiento emocional le permitió afrontar el reto con éxito y, a la vista del excelente resultado obtenido, nadie podría cuestionar la idoneidad de su dirección ni la calidad de la película.
Cambia en este largometraje –lógicamente- el escenariom pero eso no impide que Ang Lee continúe con uno de sus temas e intereses fundamentales: el retrato de las convulsiones a las que se ve sometida, por muy diferentes motivos, la institución familiar.

El film –adaptación de una novela de Rick Moody- nos presenta a dos familias WASP (Blancas, anglosajonas y protestantes) que viven aparentemente felices dentro de la confortabilidad de un alto nivel económico. Situada temporalmente en las cercanías del día de Acción de gracias de 1973 y geográficamente en un barrio de lujo de Connecticut, Ang Lee nos va mostrando los entresijos de sus relaciones por lo que podemos ir observando cómo, aunque aparentemente todo brilla como el hielo casi omnipresente en la cinta, -tanto en versión carámbanos, como en forma de amenaza de tormenta o, incluso, con apariencia de cubitos de bebida- la realidad es fría y, por eso mismo, peligrosamente resbaladiza.

A diferencia de sus otros largometrajes en los que Lee traslucía una mirada preocupada, pero tierna, La Tormenta de hielo describe una sociedad que tiene todos los síntomas de haber perdido la inocencia de antaño y haber olvidado también –dentro de su nube de bienestar económico- los ingenuos ideales del american dream

La mayoría de la crítica consideró una brillante idea plantear la acción en un tiempo tan desabrido y gélido como el invierno y vincular el desarrollo dramático al avance de una tormenta porque la parábola es perfectamente válida para la sensación de desencanto que se instaló en muchos ciudadanos norteamericanos ante todo lo que estaba sucediendo en su país en esos momentos.


Quizás convenga recordar un poco los hechos históricos para cntectualizar mejor lo que se nos cuenta en la película.: Estados Unidos acababa de salir de la guerra de Vietnam (perdiéndola) y Nixon –varias veces objeto de ridiculización en el film- estaba a punto de dimitir deshonrosamente de la presidencia del gobierno por el caso Watergate
El crítico cinematográfico Mark Robbins señala acertadamente como “en cierta forma, el visionado de La Tormenta de hielo parece una introducción al ensayo del sociólogo Marvin Harris, publicado en 1981 bajo el título de “La cultura norteamericana contemporánea. Una visión antropológica"donde se ponían en evidencia los actuales males de la sociedad USA: el incremento del número de divorcios, el miedo al compromiso emocional, el aumento de la delincuencia y de la violencia en general, el mal funcionamiento de las instituciones públicas etc. Eso que algunos han denominado sociedad disfuncional. Para el espectador estadounidense, La tormenta de hielo es una sonora bofetada moral, un agrio recordatorio de los males que le circundan y el origen de los mismos” (2).

 La película acaba por convertirse en una verdadera bofetada moral a un tipo de sociedad autocomplaciente que, en el fondo, necesita sumergirse en vodka o jugar al intercambio de parejas, más como evasión de lo que no les complace –o no quieren reconocer- que porque realmente lo deseen.
La Tormenta de hielo empieza con el narrador, Paul (Tobey Maguire), ojeando un libro de cómics de Los cuatro fantásticos. Un inicio curioso ya que es como si quisiera iniciar la narración de la fría realidad a través de una idealización cuasi infantil en donde el mundo de fantasía de los superhéroes asume la carga de defender unos valores a los que los humanos de a pie hace tiempo renunciaron anestesiados por la crudeza y la decepción de los hechos. 

Lee nos presenta a unos personajes “proges” pero escépticos: Ben Hood (Kevin Kline) es el padre afectuoso -y aparentemente cálido- de Paul y de la cleptómana Wendy (Christina Ricci), casado con la paciente Elena (Joan Allen) y enredado, como manda la –mala- tradición pequeño-burguesa, con su vecina Janey Carver (una excelente Sigourney Weaver); probablemente sea ésta el personaje más fríamente desencantado y que demuestra menos paciencia ante los posibles enganches a fórmulas conocidas y fallidas (lanza una frase sumamente significativa a su amante (Kevin Kline) cuando éste le está contando sus cuitas competitivas: “Me estás aburriendo, ya tengo marido y no me interesa repetir ciertas cosas”).

 Ella ha llegado a la conclusión de que nada puede cambiar, al contrario del personaje de Elena (la también meritoria Joan Allen) quien, enfrascada en la represión de sus temores y sintiéndose muy infeliz, da muestras de una mayor complejidad moral (hay una escena en la que cambia opiniones con un pastor) y un cierto interés cultural (busca libros y se resiste a según qué tipos de divertimentos….aunque es cleptómana al igual que su hija). 
Los hijos intentan no reflejar los comportamientos de los padres, pero tampoco escapan a la sensación de que su vida patina y de hecho el desenlace más dramático del film nos lo muestra el director cuando uno de los hijos, Mickey (Elijah Wood), resulta fulminado en un accidente cuando jugaba con la realidad del entorno (muy bellamente filmada por Lee). 
Este hecho actúa como un catalizador que rompe definitivamente el hielo trastocando la anomia en dolor (¿purificador?).

En este sentido La Tormenta de hielo es una película "deprimente" en tanto que nos muestra cómo muchas veces se quiere dar la espalda a la realidad –sobre todo si no nos gusta-m pero ésta tiene el mal gusto de devolvernos siempre el feo, generalmente con algo inesperado y de suficiente calibre como para sacarnos del adormecimiento.

Quizás lo menos conseguido en el film sea la música de Michael Danna (un buen compositor por otra parte). Una música con cierto aire oriental, tipo spa asiático, que es de suponer que querrá acompañar los conatos de tormenta y la sensación de gélida calma ante los acontecimientos, pero que hace pensar en juncos tropicales y en manos habilidosas de masajista tailandesa  más que en unos tiempos de transición como los setenta.
 Quizás, para un cierto público que conserva de aquella época una imagen feliz de “flower power”, el ácido desencanto de lo que nos cuenta Ang Lee será una "sorpresa" desagradable que destruye idealizaciones, pero la visión de Lee resulta autentica…..a pesar de lo fría –y lo duramente certera- que pueda parecer.

Notas:
(1) (14) Sobre La tormenta de hielo (1997):
(2) Robbins, Mark. Artículo “El lado oscuro de América”. DIRIGIDO POR nº 262, noviembre 1997. P. 53

Todas las imágenes y/o vídeos que se muestran  corresponden al autor o autores referenciados.
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martes, 8 de junio de 2021

Cómo ayudar a una persona con depresión.

 *Nola lagundu depresioa duen pertsona bati*

- Ez ikusi gaixotasun gisa. Sintomen atzean sufritzen duen pertsona dago beti.
- Izan zaitez maitakor eta hurbil. Ez ahaztu inoiz: Deprimituta dagoen pertsona sufritzen duen pertsona da.



viernes, 4 de junio de 2021

RECONOCIMIENTO A LUIS ROJAS-MARCOS DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA


RECONOCIMIENTO A LUIS ROJAS-MARCOS DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA

El próximo 7 de junio, a las 12 horas, en el Hogar Virgen de los Reyes de Sevilla ((C/ Fray Isidoro de Sevilla, 1. 41009-Sevilla), Dr. Luis Rojas-Marcos recibirá el reconocimiento del Teléfono de la Esperanza por su trabajo en favor de la salud mental y su compromiso con los más desfavorecidos.

El Teléfono de la Esperanza celebra en 2021 su cincuenta cumpleaños

Con este motivo queremos dar visibilidad al trabajo realizado en esta andadura de medio siglo y transmitir a la sociedad española la necesidad de seguir avanzando en el cuidado de la salud mental y emocional de los ciudadanos. Unido a esto, y alineados con los objetivos de OMS, queremos concienciar sobre la necesidad de abordar la prevención del suicidio, primera causa de muerte no natural en España, como un objetivo prioritario en los planes públicos de intervención en salud comunitaria.

El trabajo de nuestros voluntarios y voluntarias, a lo largo de estos años, ha sido intenso en cantidad y calidez. Reducir la densidad humana de nuestra tarea a simples cifras, sin duda, simplifica y no da una imagen fiel del servicio prestado a la sociedad española. Sin embargo, en estas breves líneas, queremos aportarles algunos datos que ayuden a vislumbrar la importancia de la aportación social del Teléfono de la Esperanza.

  • 5 millones de llamadas telefónicas atendidas de personas en crisis y 400.000 de ellas con la temática del suicidio como protagonista
  • 250.000 personas atendidas por especialistas en salud mental
  • 10.000 cursos y talleres organizados para atender a personas en crisis y promocionar la salud mental y emocional.
  • 1.700.000 revistas AVIVIR distribuidas, formando e informado sobre la salud mental y emocional,
  • 25.000 voluntarios formados.

A lo largo de todo el año, estamos celebrando este cumpleaños tal como se merece. Contamos con S.M. la Reina Letizia que nos ha honrado aceptando la Presidencia de Honor de los actos de celebración del 50 aniversario.

En el marco de esta celebración, hemos creado I Edición de los Premios Teléfono de la Esperanza. Nuestra intención es reconocer a personas e instituciones significadas por su solidaridad, sus valores y su capacidad de transmitir esperanza a la sociedad.  Los galardonados en esta primera edición son:

Premio al Compromiso Solidario:

·       Rafael Nadal, tenista

·       Irene Villa, Periodista

·       Antonio Montiel, pintor

Premio a la Investigación Psicosocial

·       Adela Cortina

·       Luis Rojas-Marcos

Premio “Por un Mundo Solidario”

·       Escuelas Padre Piquer

El próximo 7 de junio, a las 12 horas, en el Hogar Virgen de los Reyes de Sevilla (C/ Fray Isidoro de Sevilla, 1. 41009-Sevilla), procederemos a la entrega de su galardón a Dr. Luis Rojas-Marcos. El acto será presidido por Juan Manuel Flores, teniente alcalde de Sevilla, y Miguel Angel Terrero, presidente del Teléfono de la Esperanza.

Sevilla es el lugar donde nació el Teléfono de la Esperanza y la ciudad natal de Dr. Luis Rojas-Marcos. Allí, inspirado por las historias que su madre le contaba sobre su abuelo ma-terno, médico rural en Santander, descubrió su vocación y en la capital Sevillana, en 1968, se licenció en medicina.

Su carrera profesional viene marcada por su traslado a la ciudad de Nueva York y por su es-pecialización como psiquiatra por la universidad de dicha ciudad y en el Hospital Bellevue.

A lo largo de su trayectoria profesional ha sido responsable de diferentes cargos en el ámbito sanitario de la ciudad de Nueva York: director de los Servicios Psiquiátricos de los centros hospitalarios, máximo responsable de los servicios municipales de salud mental, alcoholismo y drogas y presidente del Sistema de Salud y Hospitales Públicos.

Más allá de los innegables méritos de Dr. Luis Rojas-Marcos, de los múltiples estudios académicos y trabajos divulgativos y de los numerosos reconocimientos recibidos, el Teléfono de la Esperanza, en la entrega de su premio quiere destacar:

·       La creación de Proyecto Ayuda (Project HELP), el primer servicio médico móvil para atender y hospitalizar a enfermos mentales graves sin techo. Como consecuencia de la política inadecuadamente ejecutada de desinstitucionalización, miles de enfermos mentales malvivían en las calles, bajo los puentes y en los túneles del metro de las ciudades sin un hogar donde protegerse y sin recibir cuidados médicos muy necesarios. Su proyecto fue una respuesta a la situación y sirvió de modelo a las grandes ciudades en EEUU y Europa.

·   

·       La creación los primeros programas de salud mental específicos para las comunidades inmigrantes hispanoamericana, china, rusa y caribeña. Concienciando de la necesidad de atención a este especial perfil de población. 

·       Sus aportaciones como responsable del Sistema de Salud y Hospitales Públicos en las atenciones médicas y psicológicas a las víctimas del 11M y a sus familiares.

Y su trabajo como director ejecutivo de Médicos Afiliados de Nueva York (PAGNY), la organización sin ánimo de lucro compuesta de 3.500 médicos y profesionales de la salud que prestan sus servicios en seis hospitales públicos y en las diez cárceles de la ciudad.

Sin duda, es honor para el Teléfono de la Esperanza, en su 50 aniversario, entregar a Dr Luis Rojas-Marcos el reconocimiento a su labor en favor de la salud mental de la población y, especialmente, de la más desfavorecida.

martes, 1 de junio de 2021

Cine (3): Un acercamiento a la visión de la pareja en cine actual (3). "El banquete", Ang Lee.

 Ang Lee: El banquete de bodas.

El banquete de bodas (1993) fue, como hemos visto anteriormente, el segundo largometraje de Ang Lee. El director la presentó con éxito en el festival de Berlín de 1993 en donde compartió el Oso de Oro con otra película de nacionalidad china. Siendo una película amable, de las que se ven con facilidad y agrado –aunque, inevitablemente, no deja de notarse en ella el paso del tiempo-, tiene en su temática la impronta de una preocupación que el director taiwanés seguirá desarrollando en posteriores films: la colisión entre las viejas tradiciones chinas y la permisividad social occidental (real o aparente).
A este director -y a muchas personas también- le preocupa el enfrentamiento entre aquellos valores que las buenas costumbres consideran respetables y necesarios y el imperativo vital de aceptarse con libertad aunque ello signifique el desmoronamiento de lo que, hasta el momento del conflicto, se había considerado como esencial.
Desde luego, no es un tema baladí porque todas las sociedades imponen -de una manera u otra, clara o subrepticiamente- una serie de valores que se alzan como predominantes e indiscutibles y el choque con quines no los comparten o ven las cosas de otra manera suele ser fuente de tensiones y conflictos (a veces muy dolorosos como cuando en el caso de la película, implican cuestiones de identidad). 

En clave de comedia, con algunas notas melodramáticas, la película resulta divertida sin caer en clichés excesivamente estereotipados de personajes o roles (aunque en ocasiones roza la caricatura, pero solo lo que se supone que es justo para el tempo del divertimento). 
La ciudad en donde se desarrolla la trama no es Nueva York por azar ya que la megápolis representa para muchos el paradigma de las virtudes y de los defectos occidentales y ofrece y es, en este sentido, la cobertura adecuada para explicar cómo el protagonista, Wai-Tung, emigrado chino (al igual que el director), es capaz de vivir sin las ataduras propias de su cultura natal, su homosexualidad y la relación sentimental estable que mantiene con otro hombre, Simón. 
El choque  -y el jarro de agua fría-  que le recuerde la otra parte de su realidad se producirá cuando los padres de Wai-Tung anuncien su visita con la intención de asistir a la boda de su hijo –con una mujer, claro-  y éste se vea en la necesidad de preparar un falso matrimonio con el que pretenderá no decepcionar a sus padres y cumplir sus expectativas. Esto desencadenará todo tipo de situaciones, algunas hilarantes y otras más bien tristes, que harán que todos los protagonistas tomen conciencia de que algo chirría demasiado como para ser auténtico
El guion tiene la habilidad de ir cambiando de registros en las dosis justas como para definir a los personajes e ir mostrando sus sentimientos a la vez que resuelve la trama sin exceso de moralina.
Sin ser una gran película, El banquete de bodas tiene la virtud de mostrar la dificultad y la problemática de las identidades bifurcadas (por la raza –relación entre personas de diferentes razas-, por la opción sexual –homosexualidad de los protagonistas- e incluso por la vinculación nacional, al tener que elegir entre los valores de la nación de origen o los de la nación de adopción). 
También resulta una película interesante porque en su momento habló con naturalidad de temas controvertidos como los anteriormente mencionados y sobre muchos de sus matices: la ocultación de la homosexualidad a la familia para evitar males mayores, el choque generacional entre padres (conservadores) e hijos (en principio, más progresistas), las diferencias inter-culturales entre países y razas diferentes; además el film muestra sin excesivos aspavientos cómo una pareja homosexual convive y comparte los problemas cotidianos –homologándola a cualquier otra pareja-, lejos de guetizaciones, exponiendo la necesidad básica que tenemos todos de ser reconocidos y apoyados por el entorno familiar y social.

Hay, además, en esta película un cierto tono optimista, de “buen rollito”, que hace de amable la visión del film y que Lee mantuvo también en su siguiente película (Comer, beber, amar -1994, en dónde trataba las diferencias entre generaciones y el sentimiento de pérdida ante la caducidad de los valores del pasado) pero que, como vamos a ver en la próxima entrada, no duró en sus demás films que, sin ser necesariamente pesimistas, si mostraron un análisis más frío, “diseccionadoramente” analítico, y racional de la realidad,
 independientemente de que se trate de la Inglaterra decimonónica o de la Norteamérica de los setenta. 
Tanto El banquete de bodas como Comer, beber, amar fueron películas “taiwanesas”; su éxito hizo que Lee fuese reclamado por la industria inglesa para encargarse de un proyecto totalmente diferente a lo que hasta el momento había realizado. Sentido y Sensibilidad (1995) fue una verdadera oportunidad para que el director cambiase de registro: “Sentido y sensibilidad me permitió trabajar en un tipo de cine que para mí era diferente. Aprendí a trabajar con estrellas de cine, a manejar una producción de mayor escala, a trabajar con actores ingleses y en grandes estudios. Aunque no aprendí nada nuevo, excepto trabajar con un texto en inglés, me ayudó a reafirmar una vez más el tipo de cineasta que soy y quiero ser….”.
Esa firme convicción sobre su capacidad para mantener una mirada propia, independientemente del tipo de producción a desarrollar, fue lo que dio a su siguiente película (que analizaremos en el siguiente post), La tormenta de hielo (1997), un aire peculiar, de estudio casi entomológico, propio de alguien que es capaz de observar sin sentirse excesivamente implicado porque analiza una realidad que no es la suya (un distanciamiento muchas veces necesario e imprescindible para poder ver la realidad y sus problemas con cierta objetividad).

Todas las imágenes y/o vídeos que se muestran  corresponden al autor o autores referenciados.
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