Desde que el cine es cine su forma de mostrarnos las cosas ha "calado" en la mentalidad de millones y millones de espectadores. A través de infinidad de historias el cine ha sido capaz de crear "tendencias" y de forjar no solo estrellas y mitos sino, también, maneras de pensar y de soñar.
Ver películas es sumergirnos en mundos imaginativos -ciertamente- pero, es además una forma creativa de explorar la realidad, los sentimientos, en definitiva, la vida.
Con la presente sección sugeriremos películas que, entreteniendo, ayuden a la reflexión y nos acerquen a problemas humanos desde muy diferentes perspectivas.
Comenzamos esta sección analizando la visión de la pareja en tres directores muy distintos entre sí: Ang Lee, Sam Mendes y Richard Linklater.
El cine, tal y como decíamos más arriba, ha sido un potente forjador de imágenes y un poderoso divulgador de mitos. Ha influido mucho más de lo que sus creadores hubieran podido imaginar en la creación de estereotipos y en el “moldeado” ideológico de los espectadores.
Su efecto “publicitario” –consciente o inconscientemente- ha conseguido introducir modas, estimular sensibilidades y a veces, incluso, adoctrinar.
Muchos espectadores -tanto mujeres como hombres- indefensos ante los encantos sugestivos y cuasi hipnóticos de la sala oscura, asimilaron inconscientemente algunas de las propuestas cinematográficas y configuraron con ella, quizás con ciertas dosis de ingenuidad, su ideal amoroso o matrimonial.
Claro que si bien es verdad que, sobre todo en el Hollywood de los años treinta y hasta los años cincuenta, la imagen de la “buena esposa y madre” y la del "padre proveedor de recursos y protector del hogar" fueron ensalzadas en la pantalla con unas buenas dosis de convencionalismo (y de reaccionarismo), también lo es el que muchos de los directores actuales han abordado el tema con bastante más realismo y diversidad, adaptándose a las realidades complejas que se viven hoy.
Muchos de ellos (y ellas) han intentado reflejar la problemática común a cualquier ser humano maduro, lejos de las ensoñaciones o las idealizaciones infantiles, edulcoradas e interesadas de otros tiempos.
Y de eso vamos a hablar en este posts y en los que le seguirán.
Hemos elegido a tres directores como Ang Lee, Sam Mendes y Richard Linklater
porque sus películas plantean perspectivas interesantes y diferentes y no solo por sus posibles valores fílmicos.
Aun así la misma propuesta podría llevarse a cabo con otros muchos directores y otras películas ya que el tema de la relación de pareja y la configuración familiar ha interesado a muchos creadores cinematográficos, como podremos ir viendo en futuros posts.
Tres directores a tener en cuenta.
Ang Lee comenzó su carrera cinematográfica en 1992 con el film “Manos que empujan (1)”, con el que obtuvo cierto reconocimiento crítico y despertó el interés entre el público por seguir su carrera. Esta pareció todavía más prometedora cuando su segundo largometraje, “El banquete de bodas” (1993) (2), no defraudó las expectativas. A partir de ahí fueron muchos los títulos que obtuvieron el favor de los espectadores y de la crítica: “Comer, beber y amar”, “Sentido y Sensibilidad”, “ La tormenta de hielo” y otros de diferente índole y temáticas variopintas que consiguieron que este director de origen taiwanés, pero afincado desde muy joven en los Estados Unidos, fuese valorado y reconocido por la propia Academia de Hollywood, siendo nominado en numerosas ocasiones y ganando el Oscar a la mejor dirección en tres de ellas: en el 2000 (Tigre y Dragón), en el 2005 (Brokeback Mountain) y en el 2012 con La vida de Pi. (3)
Si hay algo que, a pesar de las diferencias temáticas, unifique los films de Ang Lee, sería su pasión por abordar temas más o menos límites o su afán por dar una visión sobre personajes que, de alguna manera, se hallan en tránsito: ya sea que nos cuente –con tono humorístico- los avatares de una pareja gay interracial o los problemas de unos rudos y masculinos vaqueros que viven un apasionado romance, o porque ponga bajo su punto de mira a un personaje tan de cómic como el musculitos de color verde Hulk, o diseccione con la pasión de un forense la sociedad americana, Lee se enfrenta siempre con seres que no encajan a la perfección en la circunstancia o en el momento que les ha tocado vivir.
Plantea casos y problemas que descubren los fallos del sistema, la inadecuación a la realidad del paradigma vigente.
Esos personajes a veces se arman de coraje y se enfrentan al establishment o, en otras ocasiones, son vencidos por el mismo pero, en cualquier caso Ang lee procura mostrar, esa lucha particular de cada uno con la suficiente delicadeza como para que sea el espectador, más que el director, el que finalmente se acabe posicionando sobre lo que se muestra.
Tal y como sucedía en su película La vida de Pi –en donde el espectador no tenía nunca la certeza de que lo que se nos contaba no fuese una alucinación más que una realidad-, lo que nos narra en sus films permite diferentes lecturas aunque, evidentemente, el director se posiciona respecto a lo que cuenta por el mero hecho de elegir lo que quiere mostrarnos y contarnos.
En cualquier caso, hay algo de sutileza oriental en esa habilidad por elegir argumentos e historias y luego desarrollarlas de tal manera que no parezcan una película de tesis a lo Passolini (director meritorio, pero denso).
En los siguientes posts, y debido al tema que vamos a analizar –las relaciones de pareja en la posmodernidad-, reflexionaremos sobre dos películas de este director: El banquete de bodas (1993)
y La tormenta de hielo (1997).
(1) Manos que empujan, ficha técnica:
(2) El banquete de bodas, ficha técnica y datos:
(3) La vida de Pi:
Todas las imágenes y/o vídeos que se muestran corresponden al autor o autores referenciados.
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