En el post anterior sobre cine nos quedamos en la presentación de los films de Ang Lee que veremos con cierto detalle más adelante.
Continuamos ahora con la presentación de otro de los directores que vamos a analizar en el tema que nos ocupa: Sam Mendes (Redding, Gran Bretaña, 1965), un director de sólida formación dramática.
Sam Mendes - Wikipedia, la enciclopedia libre
Estudió literatura inglesa en la Universidad de Cambridge y trabajó como director de la Royal Shakespeare Company. Realizó algunas producciones televisivas que acrecentaron su prestigio antes de destacar con el rotundo triunfo de su primer largometraje, American Beauty (1999), dura crítica a una tradicional familia americana, sustentada en un brillante guion de Alan Ball (futuro creador de la serie televisiva A dos metros bajo tierra), y por la que recibió el Oscar al mejor director.
El éxito le permitió abordar películas de diferentes géneros y temáticas (bélico, gánsters, acción/aventuras, melodrama), aunque con desigual fortuna (Jearhead (2005), por poner un ejemplo, funcionó aceptablemente bien en taquilla, pero no fue una buena película), con todo, Mendes no ha renunciado por eso al particular toque diferenciador que da a la mayoría sus films – ¡incluido un James Bond!- una cierta calidad.
Para estos posts sobre cine, hemos seleccionado su primer largometraje, la ya mencionada American Beauty y Revolutionary Road, una película filmada en el 2008 y protagonizada por la que entonces era su mujer, la actriz Kate Winslet. En ambos largometrajes Mendes elabora una particular destilación del american dream, impregnando de realismo (a veces también de causticidad) algunos ideales que parecen ya caducos y poco realistas si tenemos en cuenta la realidad actual. El director se enfrenta a la realidad de la pareja sin edulcoramientos innecesarios, aunque ello signifique una visión más bien dramática y algo desesperanzadora de la pareja y de la familia (sin embargo, a tener en cuenta).
Por último reflexionaremos en estas entradas dedicadas al cine sobre el particular experimento cinematográfico realizado por el director norteamericano Richard Linklater (Houston, 1960) quien, con su saga “Before” ha conseguido plasmar un increíble documento sobre la evolución de una pareja en concreto, pero que puede representar a cualquier pareja actual y de ahí lo interesante de sus películas. Se trata de una trilogía (Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes del anochecer) que debido a lo inusual de su propuesta tiene un gran interés, no solo cinematográfico sino casi antropológico.
Linklater fue el fundador de la Sociedad cinematográfica de Austin (Texas); descubrió su amor por el cine visitando un pequeño teatro local de Houston -en donde también se daban sesiones de cine- y volcándose en la lectura de los grandes de la literatura mientras trabajaba en una plataforma petrolífera en el Golfo de Méjico.
En 1984 decidió entrar en la Universidad de Austin para estudiar cine y desde entonces toda su carrera profesional ha estado vinculada al séptimo arte, dirigiendo su primera película, Woodshock, en 1985. Lo peculiar de su producción cinematográfica le ha hecho ganarse cierta fama como cineasta independiente, aunque debo reconocer que salvo la trilogía que voy a comentar no he tenido ocasión de ver ningún otro título de su filmografía.
Seguramente el documental sobre este director, 21 years: Richard Linklater, nos podrá arrojar una interesante imagen complementaria a la que de él podamos deducir en sus películas, pero para el objetivo que nos ocupa, nos centraremos en el análisis de su trilogía que nació sin ánimo de serlo y que se ha convertido, como hemos mencionado antes, en una rareza que otorga al conjunto de películas que la componen un particular valor cinematográfico y sociológico, en el sentido de que pocas veces se ha podido materializar el proceso de una evolución argumental de forma tan realista al contar durante un lapso de más de veinte años con los mismos actores.
En el próximo post, analizaremos El banquete de Ang Lee.
-continuará-
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