viernes, 30 de octubre de 2020
domingo, 25 de octubre de 2020
Libros: Abraham H. Maslow y "El hombre autorrealizado: Hacia una psicología del Ser". (2º de 2).
Hacia pautas de autorrealización.
Cuando Abraham Maslow empezó a trabajar sobre la autorrealización, optó por usar a sus alumnos universitarios como “conejillos de indias”. Lógicamente, antes de buscar a aquellos individuos que diesen señales de ciertos niveles de autorrealización, estableció los criterios básicos de la misma. Una serie de parámetros que, según él y sus colaboradores, debían identificar a toda persona más o menos autorrealizada. Estudiaron a casi tres mil estudiantes, pero los resultados obtenidos fueron más desconcertantes de lo que esperaban: solo dos o tres cumplían todos los requisitos y condiciones marcadas como referenciales de la autorrealización y solo unos pocos más se acercaban a ellos, aunque no lo suficiente como entrar en esa especie de paradigma de plenitud. ¿Qué es lo que pasaba? ¿Estaban mal determinados los requisitos? Para Maslow la autorrealización implicaba muchas condiciones previas y, también, un ambiente cultural favorable. Para él una persona autorrealizada era aquella que podía considerarse como plenamente desarrollada, en un funcionamiento pleno y con plena realización de sus posibilidades genéticas.
Después de muchos cuestionamientos Maslow llegó a la conclusión de que para desarrollar y vivir ese nivel de excelencia se requería de una experiencia y de una trayectoria vital que no podía darse –salvo contadas excepciones- en la juventud sino, más bien, en las edades medias del individuo o, incluso, más adelante. Eso le hizo concluir que autorrealización y desarrollo sano eran cosas distintas ya que la primera es, prácticamente, el resultado deseable y final del segundo. Todos podemos estar de acuerdo en que uno de los indicadores de un desarrollo poco sano es la falta de madurez; si un joven de treinta años se comporta como un adolescente de dieciséis tendremos, sin duda, la sensación de que hay algo que no funciona de manera idónea; igualmente, si un individuo de sesenta manifiesta veleidades propias de un joven de veinte años, probablemente nos chirriarían algunas de sus actitudes. En ambos casos sabremos que algo está atascado, que no ha conseguido su normal evolución.
Alcanzar la plenitud psicológica implica un adecuado desarrollo psico-biológico (que se produce más o menos “de serie”, a pesar de las diferencias especificas de cada uno) y, también, la confrontación y superación de determinadas experiencias que se constituyen, de esta manera, en requisitos necesarios para la maduración y, por tanto, para la posterior autorrealización. Desde luego Maslow no quería decir con esto que todo el mundo deba pasar por el mismo tipo de experiencias para madurar y desarrollarse, pero sí parece evidente que no forjarse en según qué vivencias puede ralentizar algunos procesos. No hace falta mirar demasiado lejos ya que la larga crisis del 2008, por poner solo un ejemplo cercano y general, ha hecho que muchos jóvenes permanezcan en la casa de los padres más allá de los treinta años y no solo eso, sino que permanecen –en muchos casos- sin experiencia ni “fogueo” laboral. ¿No se produce en muchos de estos jóvenes una curiosa “infantilización” que los aleja involuntariamente del desarrollo convencional? Sin duda, como no podría ser menos, hay y habrá excepciones, pero es habitual hoy en día ver “retrasos” en asumir muchos de los papeles sociales, biológicos etc. que pueden provocar desajustes en el desarrollo de los individuos, alejándolos de la lógica autonomía personal que es una “conditio sine qua non” para vivenciar la plenitud.
Para conseguir cierta madurez deben vivirse, según Maslow, necesariamente, determinadas experiencias.
Si nos comparamos con otras sociedades más arcaicas o (mal llamadas) primitivas, fácilmente podremos observar que sus jóvenes se hacen mayores, más adultos, a una edad más temprana. Han efectuado un paso iniciático hacia la madurez de forma más radical, más efectiva (y no se pretende aquí hacer una defensa en sí de ese tipo de procesos, seguramente de muy difícil aplicación en nuestras sociedades hiper-desarrolladas y consumistas, sino constar la diferencia de tempos). El matrimonio o la vida de pareja, así como la maternidad/paternidad, otorgarán unas determinadas experiencias difíciles de obtener de otro modo. Desde luego el matrimonio/pareja no constituye un requisito para la realización pero podría serlo para aquellos que experimentan la necesidad de tal tipo de realización. Parece evidente –aunque haya muchas excepciones- que en una situación familiar las decisiones ya no pueden seguir basándose solo en las consideraciones personales, lo que implicará un posicionamiento más abierto a otras posibilidades. También la experiencia laboral marca perspectivas y enmarca las posibilidades de actuación futura ya que en el trabajo se aprende a saber qué se puede y qué no se puede esperar del mismo, lo que nos va determinando hacia un cierto “lugar en la vida”. El trabajo nos puede ayudar en el proceso de realización (con todas las excepciones que se quiera, más en estos tiempos en los que las condiciones laborales se precarizan e imponen serios límites a la posibilidades reales de supervivencia económica) puesto que, sin duda, es uno de los aspectos más importantes de la vida, pero tampoco deben crearse expectativas ilusorias al respecto ya que estas puede contribuir a ser más un obstáculo que un elemento de plenitud. Parece evidente que la vida nos enfrenta a situaciones que debemos ir resolviendo y a necesidades y objetivos que vamos cumplimentando. A medida que pasamos a una posición mejor para conseguir los objetivos que nos hayamos marcado, veremos las cosas de otra forma y, entonces, nos parecerá igual de evidente que cuando vamos satisfaciendo nuestras necesidades básicas, otras ocuparán su lugar en un proceso de tensión constante hacia una determinada autorrealización.
Aquí resulta ineludible mencionar la archiconocida teoría de Maslow sobre la jerarquía de las necesidades: según ésta, el proceso de autorrealización solo puede tener lugar cuando están satisfechas las necesidades básicas inferiores (las fisiológicas, las de seguridad, las de afecto, afiliación y aprecio) y muchas de estas se cumplimentarán paulatinamente, al transcurrir de los años (lo cual explicaría por qué encontró tan pocos jóvenes que consiguiesen el perfil que él buscaba). Las expectativas y las posibilidades no son realidades y sólo cuando estas se materializan se puede ir constatando el paso a otros niveles de desarrollo.
Vamos a examinar de manera sucinta aquellos rasgos que Maslow consideraba claves en los individuos autorrealizados. Son rasgos propios de personas sanas aunque su estudio le llevó también a la conclusión de que, para propiciar la autorrealización, era imprescindible efectuar cambios, no solo a un nivel personal, sino también, en el social-institucional (enseñanza, economía, incentivos de trabajo etc. En este sentido M. C. Nussbaum mantiene hoy en día tesis similares dignas de ser estudiadas.), de modo que se pudiera estimular, y no entorpecer, el desarrollo y buen funcionamiento de la personalidad. Maslow consideraba también que el conocimiento profundo de los individuos más sanos nos ayudaría a aprender sobre las condiciones óptimas de desarrollo.
Rasgos de las personas autorrealizadas según Maslow.
Maslow recibió en su momento, como ya he mencionado anteriormente, algunas críticas por su metodología (no lo suficientemente representativa y homologable para algunos colegas), pero lo obtenido después de muchos estudios y replanteamientos resulta todavía válido hoy en día a la luz de estudios posteriores aunque, evidentemente, no se puedan sacralizar sus conclusiones. Los “rasgos” que nuestro autor encontró como característicos de las personas realizadas fueron los siguientes:
1) Una percepción más eficaz de la realidad. Las personas realizadas demostraron tener el don de la ecuanimidad y fueron capaces de juzgar las cosas sin prejuicios o distorsiones subjetivas. Extraían con más facilidad las implicaciones de los hechos básicos y se posicionaban más como observadores neutros, percibiendo, por tanto, las cosas como son sin deformaciones previas. Las personas realizadas, según Maslow, podían tolerar mejor la incertidumbre y la ambigüedad.
2) Aceptación del yo y de los demás. Las personas realizadas demostraban tener la capacidad de aceptar a los demás y a sí mismos como eran. La forma más elemental de aceptación es, sin duda, la satisfacción consigo mismo. Maslow consideraba que las personas autorrealizadas suelen carecer de timidez o sentimientos de culpabilidad y también de la “dudas” tan habituales en las personas corrientes. Quizás no consiguiesen sus ideales, pero no por eso se aceptarían menos a sí mismos. Este tipo de personas no pretendían ser otras personas aunque si fuesen capaces de percibir la realidad de sus propios defectos, intentando a la vez construir a partir de la mejora de los mismos.
3) Espontaneidad, simplicidad, naturalidad. Parece que era común encontrar una evidente naturalidad en todas las personas sanas. Una sencillez no estudiada. Además demostraban ser capaces de elaborar sus propios sistemas de valores y eran estos los que influían sobre sus conductas y no tanto las creencias culturales predominantes o las presiones ejercidas por el entorno. Maslow señalaba que no por ello iban de “anti” nada, al contrario, muchas veces optaban por adaptarse a las situaciones de tal manera que minimizaban posibles conflictos y no causaban molestias a los demás. Sus vidas eran muy autosuficientes e individualistas ya que, hasta cierto punto, permanecían ajenas al medio ambiente cultural. De esta manera se producía la curiosa coincidencia de que las personas realizadas, de ambientes culturales diferentes, eran mucho más parecidas entre sí que las personas corrientes de los mismos medios: No se daba un temor a ser uno mismo, más bien todo lo contrario: partían de tener confianza en sus sentimientos y en los actos que realizaban cara a otros individuos.
4) Centrados en problemáticas externas. Maslow observó que los sujetos realizados mostraban un cierto sentimiento de “misión” que dotaba sus trabajos o actividades de una motivación especial, más allá de la propia satisfacción interna (pero sin olvidarla, claro). Centraban su actividad en problemas fuera de sí mismos y enfocaban su vida cara a la solución de problemas, superando las lógicas frustraciones temporales, pero teniendo clara su determinación hacia la consecución de sus objetivos. Tendían a una cierta identificación con su trabajo y se volcaban en él ya que encontraban conexión con su motivación profunda.
5) La necesidad de intimidad. La mayoría de las personas corrientes prefieren no estar a solas demasiado tiempo porque no son capaces de manejar adecuadamente los tiempos consigo mismas, en cambio Maslow observó que las personas realizadas necesitaban de intimidad y soledad y gozaban de ellas. Al no necesitar “pegarse” a otros eran capaces de disfrutar más libremente de la amistad.
6) Autonomía. Las personas sanas son autosuficientes. Una palabra que quizás suene excesiva, pero que, en el contexto presente, implica una capacidad para soportar las presiones ambientales, de no estar dependiendo por completo de las condiciones que nos marque el medioambiente. Maslow estableció una importante distinción entre las personas motivadas por la deficiencia y aquellas otras que estaban motivadas por el desarrollo. Las primeras necesitaban tener a otras personas disponibles para sí porque la satisfacción de sus necesidades de afecto, seguridad, prestigio etc. sólo podía provenir del reconocimiento de los demás, mientras que, en sentido contrario, las personas que estaban básicamente motivadas por el desarrollo, podían verse limitadas o impedidas por otras ya que sus elementos determinantes de satisfacción eran mucho más in-ternos que sociales.
7) Apreciación continúa. Para Maslow las personas realizadas apreciaban una y otra vez las satisfacciones que les ofrecía la vida sin que la repetición fuese motivo de desinterés. Descubría en ellas una capacidad para apreciar aquello de lo que disponían sin que el deseo de cosas o experiencias nuevas les lleva-se a desdeñar lo que ya tenían. El buscar otras cosas no debería implicar el dejar de valorar lo que ya se tiene.
8) Experiencias místicas o experiencias cumbre. Maslow descubrió en los sujetos realizados que poseían convicciones firmes en un sentido que podría denominarse religioso, pero no tal y como lo entendemos la mayoría de nosotros ya que descubrió que, en ocasiones, tenían experiencias que no dudó en considerar místicas, o, por su agudeza e intensidad, “cumbres”: aquellas en las que se producía una cierta pérdida del yo o trascendencia del mismo, una concentración intensa y un auto-olvido (la descripción de Maslow de estos estados recuerda mucho el proceso de “fluir” descrito por M.Csikszentmihalyi ).
9) Sentimiento de comunidad. Para Maslow los sujetos sanos y realizados parecían identificarse con cualquier ser humano con un desarrollado sentido de empatía: experimentaban comprensión y simpatía hacia otros que podrían no estar tan desarrollados como ellos mismos. No era exactamente una actitud de “paternalismo”, que tendría obvias connotaciones de superioridad, sino, mas bien, como la de un “hermano mayor”, más predispuesta hacia la comunicación que hacia el adoctrinamiento. En cualquier caso, la persona desarrollada, aunque anhele la compañía de otras personas a las que considere iguales y con las que consiga un mayor grado de conexión, es capaz de experimentar simpatía e interés por los demás.
10) Relaciones personales. Los autorrealizados analizados por Maslow tendían más a limitar sus amistades a unos pocos que a buscar un amplio círculo de relaciones.
11) Carácter tolerante. Las personas sanas, según Maslow demostraban tener una alta capacidad para la tolerancia y la aceptación de ideas y planteamientos diferentes, ya fuese en el plano político, religioso, social o profesional. Eran capaces de no ponerse a la defensiva si alguien tenía algo que enseñarles y no trataban de afirmar constantemente su superioridad; la superioridad ajena se apreciaba, no se vivía como una amenaza.
12) Sentido del humor no hostil. Son muchos los que han considerado el sentido del humor, no solo como algo necesario para vivir bien, sino como una de las características de las personas inteligentes. Maslow observó que, si en ocasiones el humor convencional se centraba en la exteriorización de hostilidad hacia lo diferente o en la ridiculización de impulsos prohibidos, en las personas realizadas era distinto, más sutil, centrado en las discrepancias entre aquello que es y lo que debería ser.
13) Creatividad. Para Maslow la creatividad no era tanto la creación de realizaciones notables de determinadas personas con destacados talentos como la inventiva, la originalidad, la espontaneidad y la frescura de sus enfoques. Para él era una actitud del espíritu más allá de los encorsetamientos propios de determinadas culturas o ámbitos.
14) Resistencia a los aspectos negativos de la cultura. Uno de los posibles “problemas” al leer las características de realización o de las personas realizadas de Maslow es que todo parecen parabienes o “perfecciones”: Da la sensación de que estamos ante la descripción de una especie de “George Clooney” psicológico inalcanzable para el común de los mortales, pero esas características implican, en muchas ocasiones, un cierto enfrentamiento al medio. Las personas realizadas no eran siempre el paradigma de la perfecta integración (como sería para algunos el arquetípico eneatipo tres, de la caracterología eneagramática), o del extrovertido simpático que cae bien a todo el mundo. De hecho, se les consideraba muchas veces como excéntricos o, incluso, antisociales. La auto-suficiencia que vivían resultaba molesta u ofensiva para todas aquellas personas que no toleraban la independencia o la valía de otros.
15) Integridad de la personalidad. Aun teniendo en cuenta lo dicho en el epígrafe anterior, las personas sanas no experimentaban fragmentación de la personalidad. No había en ellas oposiciones ni conflictos (entre impulsos básicos y conciencia, entre egoísmo e ideales, entre impulsos infantiles y conducta adulta). Además, y esto es especialmente reseñable a los efectos que nos ocupan, eran capaces de trascender divisiones que las personas corrientes vivimos como una clara oposición: trabajo y juego, masculinidad y feminidad, racionalidad y emocionalidad, no eran para ellos cualidades opuestas sino todo lo contrario, aspectos que se complementan; buscaban la integración más que la polarización. Por ejemplo, un hombre varonil podrá poseer cualidades femeninas y viceversa en el caso de las mujeres; demostraba, por lo tanto, una comprensión vivencial de aspectos que para muchos están determinados por las pautas vigentes, de forma global, en la civilización en la que están inmersos.
Maslow desarrolló estos puntos en diversos foros y diferentes publicaciones. Posteriormente la psicología trans-personal fue matizando algunos puntos de vista y desarrollando otros que complementan las tesis expuestas.
Conclusiones.
¿Una psicología de la perfección? Hay que reconocer que en ocasiones, al leer a Maslow, uno tiene la misma sensación que cuando se lee a Goleman y sus tesis sobre la inteligencia o a M.Csikszentmihalyi y sus análisis sobre el “fluir”: Si, todo muy bien, pero ¿es posible extrapolar consecuencias para el ciudadano de “a pie”?. El por qué de la pregunta se justifica ante la ligera intuición de que todos estos autores parecen partir de la base de un ideal previo (en el caso de Maslow es manifiesto) al que solo llegan unos pocos elegidos. No cabe duda de que, como objetivo hacia el que tender, parece lógico y deseable aspirar hacia esas pautas ya que el ser humano cuenta con una extraordinaria capacidad de automotivación y un anhelo casi inmarchitable de mejora. También es una verdad obvia que nacemos para morir, el meollo está, por lo tanto, en desarrollarse plenamente, en activar todas nuestras potencialidades, mientras dure dicho trayecto y es allí donde cobra valor y sentido hablar de un camino de desarrollo. La meta no puede ser nunca un obstáculo sino, más bien, el punto final de un proceso. Es precisamente en este sentido de proceso donde los rasgos de Maslow pueden constituir una poderosa herramienta de auto-cuestionamiento y desarrollo ya que se pueden utilizar como preguntas con las que interrogarse, con las que evaluar en qué momento estamos y no solo como características que tienen otros que ya han finalizado su proceso. Como bien señalaba Sócrates en su aforismo, una vida debe examinarse, cribarse constantemente, para dotarla de sentido. Los rasgos de Maslow no pueden divinizarse (nada debería divinizarse) como si solo existiese un único camino de autorrealización pero no cabe duda de que sus planteamientos – y los de toda la psicología trans-personal- pueden facilitarnos y propiciar una “andadura” más plena. En cualquier caso las decisiones de cómo y cuándo empezar un camino de transformación quedan siempre en el terreno de la más absoluta intimidad y solo uno mismo debería ser el que decida si se recorre o no.
sábado, 24 de octubre de 2020
martes, 20 de octubre de 2020
viernes, 16 de octubre de 2020
Libros: Abraham H. Maslow y "El hombre autorrealizado: Hacia una psicología del Ser". (1º de 2).
Esta es una pregunta que nos hacemos muchos y que Abraham Maslow, psicólogo de reconocido prestigio y uno de los iniciadores de la psicología trans-personal, quiso contestar escribiendo, hace ya unas cuantas décadas, un libro. Un libro cuyas pautas y propuestas siguen pareciendo interesantes a los especialistas y profanos de hoy en día. Éstas siguen teniendo vigencia a pesar del transcurrir de los años y por eso queremos aprovechar este blog para recordarlas y reconsiderarlas, siquiera sea brevemente y para sugerir a todos aquellos que las consideren interesantes que lean directamente de los libros de Maslow, en la seguridad de que su lectura les resultará provechosa.
Para situar la psicología transpersonal en donde se ubica la figura señera A. Maslow (1) podemos improvisar un pequeño “ranking” de movimientos o escuelas psicológicas. Si durante mucho tiempo se consideró al conductismo como la “primera fuerza” psicológica, podríamos considerar como la “segunda” al psicoanálisis freudiano, como la “tercera” a la corriente del potencial humano y como la “cuarta” la que nos ocupa, la transpersonal. Como todas las clasificaciones, ésta tiene sus partidarios y sus detractores (todo depende de a quién se pregunte), pero aquí no pretendemos entrar en polémicas academicistas sino, simplemente, situar a grosso modo esta corriente psicológica. La clasificación nos ayudará a hacernos una idea de cómo la psicología transpersonal supuso un cambio de percepción en las movimientos psicológicos imperantes.
Desde luego no fue muy bien vista en sus orígenes: la tendencia a entender la psicología como camino de sabiduría no casaba precisamente con los afanes de reconocimiento científico que ésta perseguía. Influenciada además por la filosofía perenne (2) la psicología trans-personal hablaba de “alma” y otros conceptos similares que, sin duda, se pretendían erradicar del lenguaje propio de una ciencia. Aldous Huxley (3) hablaba incluso de tradición “esotérica” y vinculaba muchas cuestiones de desarrollo humano con la parte más profunda de algunas religiones lo que, evidentemente, no era del agrado de aquellos que consideraban esos terrenos como elementos de superstición más que de desarrollo o sabiduría.
La tradición esotérica nos dice que venimos de un Ser único, que vivimos en una especie de somnolencia que nos impide tener conciencia de nuestro origen aunque considera que, sin embargo, podemos acceder a él, pero no mediante el conocimiento convencional, sino recordando nuestra verdadera identidad (en una línea de clara inspiración socrático-platónica). Tanto la mística cristiana, como las tradiciones budistas o los yogas de la India insisten en que el verdadero objetivo consiste en realizar el Atman. Muchos de los psicólogos que se acogieron y desarrollaron la psicología que nos ocupa hablaban de realizar el self, el centro profundo del ser, más allá de la clásica división entre consciente e inconsciente. La mayoría de las formas de psicoterapia vigentes hasta hace muy poco pretendían enseñarnos a adaptarnos, a enraizarnos de la mejor forma posible en nuestro entorno, a fortalecer el yo en lugar de transcenderlo. Se consideraban patológicas conductas, vivencias y emocionalidades que no se acomodasen a una determinada “normalidad” promedio. Por no hablar de los constantes intentos de algunos psicólogos y psiquiatras de patologizar gran cantidad de conductas humanas con el deseo –más o menos inconsciente- de dar a cada “problema” una solución “tipo” (y si podía ser en forma de pastilla comercializable, mejor) (4).
Sin embargo, la psicología transpersonal se alejaba de los parámetros habituales y pretendía una lectura de la vida y de la enfermedad más omnicomprensiva, a la vez que indagaba para encontrar elementos de desarrollo personal mucho más holísticos y no necesariamente vinculados a la idea de enfermedad como elemento contrario a salud.
La palabra “trans-personal” (del latín trans, “a través de” y persona, “máscara”) se adoptó para reflejar una perspectiva abierta y compleja: la de aquellas personas que, a través de técnicas de meditación y otras prácticas de autoconocimiento, experimentaron estados de conciencia que trascendían los límites reconocidos al ego y –en ocasiones- los límites ordinarios de espacio/tiempo. La palabra trans-personal también fue entendida por algunos como una especie de amalgama entre “trascendental” y “personal” y, desde el punto de vista de muchos expertos, no está mal entendido porque sí es cierto que el camino iniciado por los adalides de este movimiento pretendía ayudar a integrar lo trascendental o espiritual con las dimensiones personales de la existencia.
Esta reseña no es el espacio para profundizar en los orígenes y posterior desarrollo de la psicología trans-personal. Parece prudente, más que debatir sobre su definición o sobre sus primeras expresiones, mencionar a aquellos que, con sus obras y su labor didáctico-profesional, construyeron el corpus principal sobre el que se basa. Personas hoy en día son universalmente reconocidas y apreciadas por sus aportaciones: C.G. Jung (5) y Roberto Assagioli (6) como precursores, Abraham Maslow y Anthony Sutich (7) como iniciadores específicos de una tendencia que han continuado y desarrollado, desde múltiples e integradoras perspectivas, Ken Wilber (8), Stalisnav Grof (9), Roger Walsh, Rupert Sheldrake (10), Ilya Prigogine y otros muchos.
Stanislav Grof, uno de los pioneros en este campo, incidió en un punto importante por lo clarificador: la psicología trans-personal recurre –necesariamente- a la interdisciplinaridad porque para desarrollar sus tesis se necesita contar con antropólogos, tanatólogos, terapeutas, científicos, psiquiatras, parapsicólogos etc., ya que lo que pretende no es solo una perspectiva sino una “meta-perspectiva” con la que abordar al ser humano y todas sus posibilidades, sin querer imponer por ello un determinado sistema de creencias. Lo que los trans-personales pretendían descubrir era la relación existente entre los diversos puntos de vista para, precisamente, vislumbrar las posibilidades de transformación del individuo.
La psicología trans-personal se inició hacia los últimos años de la década de los sesenta. El auge de los grupos de encuentro, las experiencias psicodélicas, toda la parafernalia creadora del movimiento “flower children” (hippy) (11) y los movimientos de protesta generalizados (contra la guerra de Vietnam, el mayo del 68, contra la opresión comunista en algunos países del telón de acero), fueron los catalizadores de los que se nutrió. La psicología humanista (12) (la tercera fuerza a la que me refería anteriormente) despegaba contrarrestando al materialismo científico propio del conductismo y al ya casi agotado psicoanálisis. Se necesitaba una mayor percepción del individuo como persona, como alguien que tiene conciencia, intención, y que desea actualizar todas sus potencialidades creadoras. Dentro de esta tercera fuerza o tendencia varios de sus teóricos decidieron explorar, aquellos movimientos o religiones que ponían su énfasis en una determinada trascendencia del individuo y que reclamaban una autorrealización del mismo.
Ya en 1968 Abraham Maslow consideró que la psicología humanista era el camino más adecuado de transición hacia una forma más elevada de psicología que denominó trans-personal: una psicología no solo centrada en las necesidades y problemas humanos sino que indagase en su relación con el cosmos, que ampliase la percepción de la identidad a terrenos hasta ahora inexplorados.
No se trataba de partir de cero haciendo tabla rasa de todo, sino, más bien, de cuestionar reduccionismos. El conductismo –eficaz sin duda en muchos aspectos- resultaba excesivamente limitado al considerar a los seres humanos como animales condicionados casi totalmente por su medio ambiente (aunque los publicistas se han aprovechado bien de esos estudios para intentar programarnos como si fuésemos “ratas de laboratorio consumidoras”, intentando que nos sintamos bien en nuestra particular jaula-paraíso) (13); el psicoanálisis freudiano, aun reconociendo su gran valor como forma de entender muchos procesos mentales bastante incomprendidos hasta su aparición, se centró en demasía en el estudio de la enfermedad mental ofreciendo una parte patológica digna de estudio pero olvidando la “mitad sana”.
La psicología trans-personal a través de Maslow y también de su colega Anthony Sutich (editor de “Journal of Humanistic Psicology”) pretendía implementar otra perspectiva desde la cual se tuviesen en cuenta diversos estados del ser, la expresión o actualización de meta-necesidades (individuales y de la especie), la auto-trascendencia, la conciencia de unidad, las muy conocidas –aunque solo sean de nombre o como hito- “experiencias cumbre”, el éxtasis, las experiencias místicas, la realización y expresión de las potencialidades trans-personales. Ellos y otros colegas en la misma onda iniciaron y desarrollaron investigaciones interdisciplinares en este sentido, dentro de determinadas pautas científicas para homologar conclusiones, construyendo el corpus de lo que hoy entendemos como psicología trans-personal. El proceso no fue fácil ni mucho menos unánime ya que era inevitable introducirse en terrenos poco ortodoxos y en mundos todavía no cartografiados salvo por algunos excéntricos (14) y, además -como señalan algunos críticos-, no parecía que los procedimientos habituales de investigación resultasen totalmente válidos ya que no obtenían la misma eficacia de contrastación. Desde luego es más que probable que el camino de Maslow, Sutich y tantos otros no hubiese sido el mismo sin la trascendencia de algunos predecesores que ya he mencionado, especialmente Carl Gustav Jung, uno de los alumnos destacados de Freud (con el que marcó muy pronto distancia iniciando su peculiar y porten-toso camino) y Roberto Assagioli, creador de la llamada psico-síntesis.
Tanto el análisis jungiano como la psico-síntesis se convirtieron en herramientas válidas dentro del desarrollo de la psicoterapia trans-personal. Esta entrada no permite, desde luego, mayor detenimiento, pero sugiero al lector interesado un posterior acercamiento a ambos autores porque su obra es de especial relevancia a la hora de atisbar para la psicología caminos más amplios que la mera cura de malestares neuróticos. De todas formas me gustaría mencionar que Jung consideraba al inconsciente no como una mera “cárcel” de contenidos reprimidos sino como algo en si mismo inteligente y creativo. Además consideraba que el inconsciente conectaba al individuo con lo colectivo y sus estudios sobre la psicología arquetípica son realmente claves. Baste decir aquí –por relacionarlo con lo trans-personal- que el inconsciente colectivo está, para Jung, por encima, más allá y alrededor de la psiquis individual y, a partir de ahí, crece la psiquis individual (15). En cuanto a Roberto Assagioli hay que decir que discrepó tanto del psicoanálisis como de las tesis de Jung. Consciente de las limitaciones del psicoanálisis (consideraba que tendía a reducir a anhelos infantiles y neuróticos auténticas aspiraciones espirituales) no lo desdeñó completamente porque consideraba que era importante que entendiésemos –dentro de lo posible- nuestro inconsciente y solía aconsejar a los que querían emprender un trabajo espiritual serio que se psicoanalizarán antes. Assagioli fue influido en sus planteamientos por diferentes enseñanzas espirituales, incluyendo el yoga, la teosofía, el budismo y la mística cristiana. Aunque coincidía en algunos planteamientos con Jung, Assagioli consideraba que no hay un solo self, sino, más bien, niveles diferenciados de autorrealización. Según él, para la mayoría de nosotros el “yo” se mimetiza muchas veces con nuestras emociones, pensamientos, deseos, con los roles que asumimos y que construyen varias identidades (16). Si optásemos por des-identificarnos de esos contenidos cambiantes a través de las diversas técnicas de psico-síntesis, podríamos ver que no somos lo que creemos ser. Se trataría de tomar conciencia de una dimensión más profunda del ser, pero preservando, al mismo tiempo, una sensación de identidad.
Desentrañar esa particular mezcla de mente y cuerpo (centauro mitológico), volver a marcar con otros límites la frontera entre nuestro cuerpo-mente buscando el intuido estado de unidad, fue una de las metas de la psicología trans-personal. Por descontado las personas que deciden iniciar una psicoterapia trans-personal lo hacen con unas inquietudes similares a los que se acercan a la psicología a través de otras disciplinas: todos quieren mejorar la manera en que viven. Esas inquietudes pueden incluir desde crisis de identidad, falta de auto-estima (tan en boga en estos tiempos), depresión, ansiedades, problemas de convivencia etc. Los terapeutas que intentan resolver estos problemas no desdeñan las técnicas y posibilidades que pueden aportar el psico-análisis, el conductismo o cualquier otra escuela psicológica. La diferencia reside, probablemente, en la perspectiva global del terapeuta. Sutich decía que el terapeuta trans-personal estaba comprometido con un camino espiritual. No sé si, en la actualidad, los trans-personales mantienen pretensiones tan amplias, pero parece probado que en muchos de los que defienden estas tesis -sobre todo aquellos que destacan- han demostrado un compromiso intenso con planteamientos mucho más abarcadores de los que se dan en otras posturas terapéuticas.
Muchas de las investigaciones de la psicología trans-personal han demostrado lo que muchas tradiciones religiosas han mantenido a través de los siglos: que al progresar en el camino espiritual y tomar conciencia del self, nos hacemos no más egoístas y autoreferentes si no más abiertos y desprendidos. Que el hecho de no considerar nuestros dramas personales como las bases sobre la que gira el universo y si nos vamos abriendo sin reservas a los demás, nuestras vidas individuales cobran mayor sentido. Hacen bien en hablar de nuevo de “enfermedades del alma”: ¿Qué ser humano no ha sentido en algún momento de su vida una pavorosa sensación de vacío, una intensa vivencia de sinsentido? La psicología humanista y la psicología trans-personal dan pautas realmente más humanas para la resolución de los problemas a la vez que elevan al hombre hacia el desarrollo de sus posibilidades globales. Como bien indica Maslow, una vez cubiertas las necesidades básicas hay que luchar por satisfacer –y tomar conciencia primero- aquellas otras más espirituales pero igual de necesarias (17).
-Continuará-
Notas:
(1). Abraham Maslow es popularmente conocido entre los aficionados a la psicología por su famosa “pirámide de necesidades” aunque, evidentemente, su obra abarca planteamientos mucho más amplios. Hay que señalar que una parte de su labor que ha sido bastante criticada. Precisamente su teoría sobre las meta-necesidades y la autorrealización o auto actualización ha recibido críticas provienen más por la metodología que por la propuesta. Para muchos una selección, no excesivamente amplia de individuos que él consideraba a priori como autorrealizados, no es una base sólida para el análisis ni para una construcción teórica. En cualquier caso, conocimientos obtenidos posteriormente por otros muchos psicólogos y estudiosos avalan buena parte de sus conclusiones.
http://es.wikipedia.org/wiki/Pir%C3%A1mide_de_Maslow
http://www.psicoactiva.com/bio/bio_14.htm
http://webspace.ship.edu/cgboer/maslowesp.html
http://www.monografias.com/trabajos93/teoria-necesidades-humanas/teoria-necesidades-humanas.shtml
(2) Sobre la filosofía perenne: “La noción de filosofía perenne (en latín, philosophia perennis) sugiere la existencia de un conjunto universal de verdades y valores comunes a todos los pueblos y culturas. El término fue usado en primer lugar en el siglo XVI por Agostino Steuco en su libro titulado: De perenni philosophia libri X (1540), en el que la filosofía escolástica es vista como el pináculo de la sabiduría cristiana a la cual todas las demás corrientes filosóficas apuntan de una manera u otra. La idea fue posteriormente asumida por el filósofo y matemático alemán Gottfried Leibniz, quien la usó para designar la filosofía común y eterna que subyace tras todas las religiones y, en particular, tras las corrientes místicas dentro de ellas. Este término fue popularizado de forma más reciente por Aldous Huxley en su libro de 1945: La Filosofía Perenne. La expresión "filosofía perenne" también se ha usado como una traslación del concepto hindú de Sanatana Dharma, la "verdad o norma eterna e inmutable". La existencia de una filosofía perenne es el principio fundamental del tradicionalismo, formalizado en los escritos de los pensadores del siglo XX René Guénon y Frithjof Schuon. El erudito y escritor indio Ananda Coomaraswamy, asociado con el tradicionalismo, también escribió extensamente sobre este tema.” Referencia obtenida: http://es.wikipedia.org/wiki/Filosof%C3%ADa_perenne
(3). Aldous Huxley, reconocido escritor (“Un mundo feliz”), fue adalid y “resucitador” de la filosofía perenne con la publicación de su libro con el mismo nombre. http://personales.upv.es/jarnau/Obra/Ensayos/Perenne.htm Me parece interesante –por reflejar el espíritu indagador de este autor- esta referencia: “Pasaron los años y el interés de Huxley en el misticismo fue despuntando cada vez más, hasta el punto de concentrar toda su actividad intelectual en la redacción del libro La filosofía perenne, un compendio de tradiciones espirituales orientales que apuntaban hacia el reencuentro del alma humana en contraposición a la amenaza de alienación que ofrecía la técnica. La vivencia directa de la trascendencia había desaparecido de nuestra desalmada sociedad mecánica, y Huxley se preguntaba si el olvido de esta experiencia no habría sido una pérdida inestimable para el ser humano. Fue a principios de los años 50 cuando Huxley decidió llevar a cabo su primera sesión con mescalina, el alcaloide visionario del peyote. De esta primera experiencia nació el libro Las puertas de la percepción, un ensayo sobre arte y religión destinado a revolucionar la escena americana de los años siguientes. Hasta el mismo momento de su muerte Huxley desplegó una actividad incansable como divulgador de lo que la experiencia psicodélica podía aportar. En su último libro, Isla, describe un mundo sumido en la neurosis de la guerra, en el que un pequeño grupo de personas que habita en una isla conserva la sabiduría de la desvelación del alma. Los pacíficos miembros de esta sociedad tienen por costumbre ingerir unas misteriosas setas en el momento del tránsito, como vehículo para iluminar este trascendente momento de la vida. Huxley fue un firme defensor de que en el momento de la muerte la persona debería tener la mente más clara que en cualquier otro momento de la vida, por lo que rechazaba la administración de opiáceos y as-piraba a la claridad aportada por los psicodélicos. Fiel a su propia profecía, en el momento de su tránsito, Aldous Huxley pidió a su esposa que le administrara 100 mcg de LSD, hecho que más tarde fue alabado por E. Jünger como un gesto del más alto valor psiconáutico.” http://www.taringa.net/comunidades/tripinga2/7648182/PDF-Aldous-Huxley.html https://www.youtube.com/watch?v=JH15WHCC0Ao
(4). Interesante en este sentido el libro del escritor Allen Frances “¿Somos todos enfermos mentales?”. En el critica el afán diagnosticatorio del DSM-5, ya que considera que convierte cualquier vivencia humana en una patología sobre la que actuar medicamente. El DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) pretende ofrecer a los psiquiatras criterios precisos que ordenen el mundo de los trastornos mentales y faciliten su diagnosis. Se ha convertido de esta manera en una especie de “biblia” de la psiquiatría mundial…..pero Frances –y otros antes que él- responsabiliza al DSM por haber fomentado una perniciosa explosión de diagnósticos al ampliar sin base científica el listado de patologías. En el libro repasa la historia de la enfermedad mental, de la psiquiatría y de la sucesión de modas que van desde el apogeo de la histeria al autismo, pasando por el trastorno de personalidad múltiple, el trastorno bipolar y la ola de abusos en las guarderías. Falsas epidemias según él aunque con lamentables consecuencias para los así diagnosticados. El autor sabe de lo que habla porque él fue miembro del comité encargado de la elaboración del DSM IV. Su afán es liberar a la psiquiatría de sus propios excesos pero esto no le impide culpar de los males expuestos a su profesión, a la industria farmacéutica y, también, aunque en menor medida a una población reacia a sufrir el más mínimo dolor y deseosa de solucionar todo con el efecto milagrosa de una pildorita (una…o las que hagan falta).
http://www.planetadelibros.com/somos-todos-enfermos-mentales-libro-115741.html
http://www.efesalud.com/noticias/enfermos-mentales-libro-allen-frances/
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/09/26/actualidad/1411730295_336861.html
(5). Carl Gustav Jung, alumno aventajado de Freud del que pronto se distanció. Padre del inconsciente colectivo y de una comprensión más holística de la psicología, fue propiciador de los círculos de Eranos (donde intelectuales de todo tipo deliberaban sobre perspectivas alternativas a las tradicionales) y uno de los psicólogos más comprometidos con la psicología profunda lo que le permitió desarrollar toda la teoría de los arquetipos.
http://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Gustav_Jung
http://es.wikipedia.org/wiki/Psicolog%C3%ADa_y_alquimia
http://www.youtube.com/watch?v=OsMgeVZ1Qbg
http://www.archetipos.com/arquetipos.html
http://www.youtube.com/watch?v=YR16nLQWFww
http://www.youtube.com/watch?v=aaW10wOQKoc
http://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%ADrculo_Eranos
Su bibliografía es, literalmente, inmensa, por lo que remito al lector interesado a otras fuentes más adecuadas. En cualquier caso en internet –como se puede ver las referencias aquí mencionadas- hay buena información para no iniciados en las “asperezas” psicológicas.
(6). Roberto Assagioli fue el creador de la psico-síntesis. http://es.wikipedia.org/wiki/Roberto_Assagioli De la referencia citada extraigo este fragmento: Assagioli dice que la psicosíntesis es: “Una concepción dinámica, se podría decir dramática, de la vida psíquica, como LUCHA entre una multiplicidad de fuerzas rebeldes y en conflicto entre sí, y un centro unificador que tiende a dominarlas, a armonizarlas, para emplearlas en modo útil y creativo... Un conjunto de métodos de acción psicológica orientados a fomentar y promover la integración y la armonía de la personalidad humana... Expresión individual de un principio más amplio, de una ley general de síntesis interindividual y cósmica”
http://www.muscaria.com/r_assag.htm
http://www.internetarcano.org/assagioli/
(7). Anthony Sutich: http://institutobadaracco.wix.com/nuevapsicologia#!anthony-sutich/c149u
http://www.trans-personal.com/historia.htm
http://www.psicologia-online.com/articulos/2009/09/PsicologiaTranspersonal.shtml
(8). Ken Wilber: http://www.kenwilber.com/home/landing/index.html
https://www.youtube.com/watch?v=SagFgXsod1o
https://www.youtube.com/watch?v=JigzLGQmrDU
https://www.youtube.com/watch?v=IjKq7G1L2bE
http://www.elblogintegral.com/p/ken-wilber.html
http://www.advaitainfo.com/maestros/ken-wilber.html
(9). Stalisnav Grof: http://es.wikipedia.org/wiki/Stanislav_Grof
https://www.youtube.com/watch?v=oF5wHG0CRzI
https://www.youtube.com/watch?v=KmewIw1_wrU
http://www.onirogenia.com/entrevistas/stanislav-grof-fundador-de-la-psicologia-transpersonal/
https://www.youtube.com/watch?v=xbGxoshEFR0#t=25
(10). Rupert Sheldrake: http://www.sheldrake.org/
http://es.wikipedia.org/wiki/Rupert_Sheldrake
https://www.youtube.com/watch?v=4qcCN7Jlkg8
https://www.youtube.com/watch?v=10FBlLQFPPM
http://www.bibliotecapleyades.net/esp_autor_sheldrake.htm
(11). Todavía, cuarenta años después, se encuentran con personas que espetan su “flower power” como consigna de vida (light), probablemente sin asumir la radicalidad que supuso en su momento. La fagotización de la sociedad de consumo hace que cualquier movimiento, protesta o tendencia se convierta en un elemento más de con-sumo estético, diluyendo de esta manera su poder de trastornar el sistema.
(12). La psicología humanista fue el caldo de cultivo previo a la aparición, junto con otros fenómenos y circunstancias ya mencionados, de la psicología trans-personal.
http://es.wikipedia.org/wiki/Psicolog%C3%ADa_humanista
http://www.ecured.cu/index.php/Psicolog%C3%ADa_humanista
Buena parte de la psicoterapia actual está influenciada por sus planteamientos y métodos.
(13). En este sentido me parece significativa una película de Alain Resnais “Mi tío en América” (1980), en donde exploraba las tesis conductistas de Henry Laborit: la su-pervivencia, la ansiedad, los premios, los castigos como elementos claves de la existencia humana. Tal como si fuéramos ratas de laboratorio.
http://www.filmaffinity.com/es/film369116.html
Interesante, en este sentido, resulta también el libro: “Coerción: Porqué hacemos lo que nos dicen” de Douglas Rushkoff.
(14). Es digno de reseñar en este sentido y de recomendable lectura el libro “Una Historia secreta de la conciencia” de Gary Lachman, en donde el autor hace un recorrido curioso y ameno por las otras “perspectivas” a la hora de enfrentarse con la conciencia humana y los posibles estados de alteración de la misma.
http://es.wikipedia.org/wiki/Una_historia_secreta_de_la_consciencia
http://www.atalantaweb.com/libro.php?id=90
También –aunque más complejo en su exposición y ambicioso en su planteamiento- la obra de Jean Gebser “Origen y presente”. El autor intenta demostrar –muy documentadamente- una evolución en la conciencia general de la humanidad, dentro de un proceso evolutivo claro.
http://mundonext.com/jean-gebser-cartografo-de-la-conciencia/
http://es.wikipedia.org/wiki/Origen_y_presente
http://www.tendencias21.net/cogno/Origen-y-Presente-las-cinco-etapas-de-la-consciencia_a73.html
(15). La importancia de la construcción de símbolos comunes a todas las culturas la expresó Jung a través de su teoría de los arquetipos del inconsciente colectivo. El héroe, la princesa y otros muchos arquetipos rigen, sin que muchas veces tomemos conciencia de ello, nuestra vida. La “deidad” que rige ese “reino arquetípico” es el SELF. Una fuerza suprema que nos dirige y a la que deberíamos oír, si no controlar, para saber de qué va (a pesar de los obvios peligros para el ego que quiere seguir controlando todo lo que pueda). Para muchos partidarios de esta visión, los sueños, las fantasías, las enfermedades, accidentes y coincidencias se vuelven mensajes en potencia del “compañero invisible” con el que compartimos nuestra vida. A veces resulta dificil aceptar en profundidad tales planteamientos aunque en muchos aspectos sean seductores. Recomiendo al lector interesado la lectura de las obras de discípulo o seguidores de Jung que han desarrollado todavía más esta visión, como James Hillmann o Patrik Harpur. Contrariamente a lo que mantenía la filosofía perenne, Jung pensaba que sería muy peligroso para el ego individual disolverse en el self.
(16) Uno de los más destacados representantes de la psicología trans-personal: Ken Wilber, considerado de forma unánime como uno de los mejores especialistas en estos temas, es de imprescindible lectura para todos aquellos que estén interesados en el desarrollo personal y en la autorrealización.
(17). El libro base de este capítulo ha sido la obra de Maslow “El hombre autorrealizado”,