Aunque Frank Jackson "Outlaw" (1856-1930), fue un vaquero que acabó siendo un forajido, su frase ha trascendido a través del tiempo porque encierra la sabiduría de la autopercepción y trasluce una realidad evidente a todos, aunque muchas veces nos cueste aceptarlo: somos responsables de muchas de las cosas que nos pasan y, también, de su posible modificación.
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